Gundi de espinacas y ricota

Pon la ricotta en un colador sobre un bol y déjala escurrir durante una hora. Después, pesa 250 g.

Mientras, dispón las hojas de espinaca en un cazo, enciende un fuego fuerte y añade 2 cucharadas de agua hirviendo. Tapa el cazo y cocínalas al vapor hasta que pierdan volumen. Escúrrelas en un colador y deja que se enfríen. Extrae toda el agua posible y después pícalas ligeramente. Deberías obtener unos 300 g de espinacas cocidas.

Mezcla las espinacas con la ricotta, el parmigiano reggiano y el huevo batido. Sazona al gusto. Asegúrate de que los ingredientes están bien integrados. Pon un poco de harina en un bol. Coge puñaditos de 20 g de la mezcla (del tamaño de una nuez grande) y pásalos por harina antes de hacerlos rodar entre las palmas de las manos para formar una bolita compacta. Sacude la harina sobrante. Déjalas bien separadas en una tabla enharinada, para que no se peguen.

Prepara una sartén y un cazo en dos fuegos distintos. Derrite en la sartén la mantequilla con la salvia y la nuez moscada, y mantenla caliente mientras hierves los gnudi. Llena el cazo de agua salada y llévala a una ebullición suave. Sumerge los gnudi con cuidado y deja que naden en el agua 5 minutos, o hasta que floten. Usa una espumadera para pasarlos a la sartén con la mantequilla. Quizá tengas que cocerlos en tandas. Con una cuchara, rocía la mantequilla sobre los gnudi y sírvelos espolvoreados con queso rallado.